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Del mismo modo, en los jóvenes se debe propiciar la capacidad para negociar su actividad sexual, es decir,
la posibilidad de hablar abiertamente sobre el deseo y sus intenciones sexuales, con el propósito de favo-
recer la intimidad y las emociones, lo que finalmente contribuye a una relación sexual satisfactoria y sana
(Lameiras, et al., 2004). Lo ideal es que la comunicación a través del diálogo se sujete a tres fases, que son:
antes, durante y después de la relación sexual, permitiéndole a la pareja expresarse y comprenderse, para
que sus aportaciones enriquezcan su capacidad de decidir el manejo de su sexualidad.
Inicio de vida sexual
La ENADID 2009 muestra que en Chiapas la cuarta parte (25% o primer cuartil) del total de las MEF entre
25 y 34 años ya había tenido su primera relación sexual a los 15.8 años; la mitad (50% o segundo cuartil) lo
había hecho un poco antes de cumplir la mayoría de edad, esto es, a los 17.7 años; y tres cuartas partes
(75% o tercer cuartil) tuvieron esa relación sexual al cumplir los 20.0 años.
El inicio de la actividad sexual de las mujeres de la entidad es parecido al del contexto nacional, cuya me-
diana es de 18.0 años. Estos resultados son sin duda muy importantes de tomar en cuenta para acciones
de política y programáticas, primordialmente para aquellas encaminadas a prevenir el primer embarazo.
En Chiapas, menos de una décima parte (7.2%) de las MEF se protegió de un embarazo en su primer
encuentro sexual, dato que es menor al observado a nivel nacional, de 19.9 por ciento. Las generaciones
más jóvenes han optado cada vez más por usar anticonceptivos al inicio de su vida sexual. De esta forma,
mientras 2.9 por ciento de las mujeres de 40 a 44 años manifestó usar anticonceptivos, aumenta a 8.4 por
ciento en las de 30 a 34, y se incrementa de forma significativa a 12.7 por ciento en las de 15 a 19.
El 48.6 por ciento de las MEF de Chiapas se clasifica en sexualmente activas, 23.5 por ciento como se-
xualmente inactivas, y 27.9 por ciento sin relaciones sexuales, datos parecidos al contexto del país, de
52.9, 23.2 y 23.9 por ciento, respectivamente. En esta medida, 72.1 por ciento de las mujeres en edad
fértil estarían expuestas potencialmente a un embarazo por el ejercicio de su sexualidad.
Es de particular importancia observar este riesgo de exposición según grupos quinquenales de edad.
Las MEFSA inician con un 14.8 por ciento en las adolescentes, crecen con la edad hasta 67.6 por ciento
en 35 a 39, para descender en los últimos grupos; en cambio, las MEFSI aumentan de forma consisten-
te, partiendo de 8.7 por ciento en las adolescentes y alcanzando 42.3 por ciento en las de 45 a 49. En
consecuencia, el porcentaje sin relaciones sexuales decrece conforme a la edad, iniciando en 76.6 en las
adolescentes, hasta valores mínimos de 2.3 y 2.7 en las mujeres mayores que pasaron el periodo fértil.