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que las estudiantes universitarias son las que experimentan las tasas más altas de prevalencia
de acoso sexual por desconocidos; hay estudios en lo que se ha encontrado que 41 % de las
mujeres involucradas informaron haber experimentado actos de atención sexual no deseada
(Fairchild y Rudman, 2008).
En términos generales, se trata de una experiencia no deseada de atención sexual en espa-
Y LA PRÁCTICA aunado a que es posible que se genere una serie de conductas de evitación, como modificar
cios públicos. Lo anterior tiene consecuencias psicológicas y de salud mental en las víctimas,
las rutas del transporte, evitar calles o lugares, evadir salir de noche, modificación en los pa-
trones de socialización. Las mujeres que han sufrido acoso a edades tempranas tienden a
sufrir autoobjetivación; incrementa el miedo, perciben un mayor riesgo de violación y tienden
VÍNCULO ENTRE LA TEORÍA y Rudman (2008), el acoso por un extraño es una forma de humillación y que atenta contra
a desarrollar comportamientos de evitación (Saunders et al., 2017). De acuerdo con Fairchild
la dignidad de las mujeres con serias consecuencias en la calidad de sus vidas, por lo que el
acoso sexual perpetrado por desconocidos convierte a los espacios público en escenarios
hostiles a los que se tienen que enfrentar de forma cotidiana las mujeres. Evidentemente, el
acoso sexual por extraños disminuye la calidad de vida de las mujeres, incrementa el miedo a
la violación y restringe su capacidad de movimiento.
El acoso sexual y la agresión se dividen en tres categorías: 1) el acoso verbal, que incluye
sonidos de besos, aullidos, lenguaje grosero, términos como cariño, nena, muñeca, burlas
sexuales, cuestionamientos sobre la vida social y sexual; comentarios sobre la forma de vestir,
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partes del cuerpo y apariencia; 2) el acoso no verbal incluye el lenguaje no apropiado, miradas
y gestos no deseados, y 3) el acoso físico engloba comportamientos perturbadores, como la
búsqueda de tener contacto no deseado, empujar, pararse o inclinarse con la intención de te-
ner cercanía, colocar las manos en los hombros, jalar el cabello y acariciar los glúteos (Gardner
et al., 2017). También son manifestaciones de acoso sexual: a) mirar fijamente el cuerpo de la
víctima, b) silbar, c) tocar de forma inapropiada, e) solicitar sexo, f) hacer ruidos sexualmente
sugestivos y h) seguir a la víctima (Henry, 2017).
El acoso sexual y la violencia en espacios públicos incluyen acechar a las víctimas en sitios
como las escuelas, instituciones de educación superior, lugares de trabajo, calles, centros co-
merciales y parques (Adur y Jha, 2018). El acoso por extraños es un signo de que la sociedad
tiene graves problemas; máxime si se suele decir que el acoso con desconocidos es casi
inevitable. Pese a ello, existe poca información sobre cómo sobrellevar el acoso (Saunders
et al., 2017).
Se tienen cuatro temas con relación al tema del acoso sexual en espacios públicos: 1)
seguridad en el transporte, 2) violación real a la seguridad personal o física, 3) reacciones
poco significativas por parte de las víctimas y 4) experiencia de la policía ante este tipo
de situaciones. Entre los hallazgos se cuenta que 91 % de las mujeres se preocupa por
su seguridad cuando están fuera de sus casas. Factores como la ausencia de seguridad,
consumo de drogas y alcohol de parte de los varones, iluminación poco adecuada, vehí-
culos mal estacionados que entorpecen la visibilidad de las calles, escasa asistencia po-
licial y poca respuesta en las líneas telefónicas de apoyo a las mujeres ponen en riesgo la
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