Page 130 - Investigando nuestra propia práctica; una estrategia de formación y conocimiento
P. 130
Según CEPAL (2008): 121
Existen mayores niveles de consumo simbólico y de capital educa-
tivo generando expectativas frustradas por barreras para acceso a
activos productivos y empleo en las juventudes. Existe mayor apatía
y desinterés en los jóvenes por involucrarse en el sistema político;
pues, existe desconfianza en las instituciones públicas; y, muchos
jóvenes carecen de destrezas para estar dentro de la sociedad de
la información logrando su autonomía material, a su vez, surgió un
debilitamiento en los mecanismos de protección social (mercados de
trabajo, familia y otros); y, la vulnerabilidad de los jóvenes es mayor
que en el pasado. (CEPAL, 2008; p.173).
Para Martín-Baró (1983):
La violencia social sólo puede ser entendida como el resultado de
un proceso histórico que da lugar a una estructura de poder que
oprime a las juventudes, ante contextos de violencia institucional,
debemos considerar y situar a los factores contextuales como facto- Investigando nuestra propia práctica; una estrategia de formación y conocimiento
res precipitadores de la violencia (Martín-Baró, 1983, p.402).
Se conoce la existencia de estudios avocados a analizar el nivel y tipología de violencia que
se manifiesta específicamente en Chihuahua y Ciudad Juárez: Miranda, et al (2010) y en
otros países Galán Rodríguez y Perona Garcelán (2001), estas investigaciones han analizado
de manera independiente algunas de estas variables para casos de percepción de miedo
social, inseguridad, eficacia colectiva, cultura ciudadana y variables psicosociales asociadas.
En investigaciones recientes que analizan la crisis de violencia en la ciudad de Chihuahua,
Miranda y cols. (2010) identificaron que:
Se han generado sentimientos de inseguridad, aumentando la
soledad, el dolor, la dificultad para confiar en los otros, minando la
estructura de las redes sociales, que aunque la intención de los or-
ganismos del Estado no sea desconocer los delitos o minimizar las
consecuencias socio-emocionales para la víctima, ni tampoco cul-