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nales, no sería posible si grandes sectores sociales no comulgaran con su proyecto.        127

                  Aquí toma importancia el concepto de frentes culturales y según Jorge González (2003) “los
                  frentes culturales pueden ser entendidos como espacios sociales y entrecruces de interac-
                  ciones en las que se lucha por el monopolio legítimo de la construcción y reinterpretación
                  semiótica”. (González, 2013; p.3).


                  La legitimación, como nos recuerda González (2003), “se consigue cuando un grupo de
                  actores sociales tiene los medios para hacer prevalecer su definición de la realidad y hacer
                  adoptar una visión del mundo como la más correcta” y basta detenerse en los afanes de
                  agradecimiento que identifica a ciertos sectores sociales con importantes narcotraficantes.
                  (González, 2013; p.5).

                  Como señala Valenzuela (2002):





                             Las representaciones sobre el narcotráfico recreadas en los narco-
                             corridos no sólo sirven para darles sentido a una serie de elementos
                             que la gente conoce o intuye, sino que participan en la producción
                             de prácticas cotidianas desde las cuales la gente aprende a vivir con
                             ese mundo.





                  Para De los Santos (2008) estas representaciones permiten comprender las formas en que          Investigando nuestra propia práctica; una estrategia de formación y conocimiento
                  el narco mundo irrumpe en las sociedades y el modo en que la sociedad asimila la presencia
                  cotidiana de estos nuevos actores culturales, que se interponen a los intereses de las cultu-
                  ras oficiales.


                  Con respecto a la existencia de un proceso de construcción mental (Bourdieu, 2001) explica
                  que:





                             Las representaciones, se insertan como formas de pensamiento pro-
                             ducidas en contextos específicos; a cada espacio social correspon-
                             den formas específicas de distribución de los recursos económicos,
                             sociales, culturales y simbólicos; y que dicho lo anterior, pudiera ho-
                             mologarse al concepto de representación social de Moscovici, de
                             esta forma, las expresiones de violencia están ancladas en las condi-
                             ciones objetivas en las que se encuentran inmersos los grupos so-
                             ciales y en las decisiones “estratégicas” de los mismos”. (Bourdieu,
                             2001; p.288).
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