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126     Por otro lado, Simmel, en 1977, afirma que:






                             Los cambios en el grupo se deben analizar mediante interacciones
                             cotidianas y nos aporta que se pueden gestar relaciones de subordi-
                             nación caracterizadas por la coacción física inmediata; en este caso,
                             se rompe una relación social; pues, las relaciones se tornan entre ob-
                             jeto y persona; en otras palabras, las relaciones se gestan de manera
                             cosificada (Simmel, 1977; p.52)





                  De igual forma, Lukács (1972) se expresa acerca de las categorías del pensamiento como
                  expresiones de una “totalidad social”. Así, es posible observar que “ la “cosificación de la
                  conciencia” reside en aceptar la realidad como hecho; actitud contemplativa inevitable que
                  presenta un doble movimiento: por un lado, el capitalismo crea sujetos contemplativos, cuya
                  conciencia se encuentra cimentada en la cosificación donde los productos y la historia para
                  estas sociedades se adopta como cosas ajenas a su actividad” (Lukács, 1972; p. 25).

                  Ovalle, L. (2005) afirma que:





                             De manera que los narcotraficantes y los “carteles del narcotráfi-
                             co” ya no sólo son actores principales de películas, telenovelas y
                             libros, sino que empiezan a ser actores sociales. En este sentido, al
                             proponer que el narco mundo puede ser entendido como un frente
                             cultural, se ubica la discusión en un proceso social básico: la legiti-
                             mación de sus códigos económicos y sociales.





                  Investigaciones  de  diversos  autores  como  Astorga  (2005),  Valenzuela  (2002),  Monsiváis
                  (2004), Herrera Sobek (2002), entre otros,  comparten un planteamiento inicial: que las prác-
                  ticas culturales del narcotráfico presentadas en la propaganda del narco no son ajenas a la
                  historia, usos y costumbres de las regiones norteñas, ya que los narcotraficantes conviven
                  en la cotidianeidad expresando formas de vida distintivas y marcan nuevas pautas para
          Investigando nuestra propia práctica; una estrategia de formación y conocimiento
                  una compenetración social sancionada históricamente, a la cual su público o actores están
                  aculturados.


                  En la opinión de Ovalle (2005) se deben de reconocer las implicaciones de hablar de la
                  posibilidad de un proceso de legitimación de las actividades ilegales de los narcotraficantes,
                  sin embargo, a pesar de las susceptibilidades que pudieran resultar lastimadas, es un hecho
                  que su sólido desarrollo económico, y su creciente apropiación de los mercados internacio-
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