Page 94 - DOCENCIA E INVESTIGACIÓN, MECANISMOS DE REFLEXIÓN Y CAMBIO EN LATINOAMÉRICA
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REDES 02
ANTECEDENTES
El ser humano nace libre de prejuicios y maldad. Si bien no goza de libertad por su incapacidad
biológica para ser independiente, es un ente rebosante de virtudes. La familia y el sistema edu-
cativo son las instituciones que se encargan de iniciar en el ser humano un proceso formativo y
acumulativo de saberes que infieren de manera directa y transversal en su vocación profesional y
productiva. Y es esta vocación, al ser una comunidad sectorizada, la que condiciona su actuar de
manera virtuosa o viciosa; condición humana que lo hará objeto de juicios y prejuicios por parte del
sector laboral (Candia, Yáñez, Carmona y Escamilla, 2017).
En el “Segundo ensayo sobre el gobierno civil”, Locke deja en claro que los hombres nacen, por
naturaleza, en estado de perfecta libertad. El origen del derecho natural se halla aquí: en poder
ejercer esa libertad, pues ese ejercicio en sí mismo es justo si no daña a nadie. Esta práctica,
Docencia e investigación, mecanismos de reflexión y cambio en Latinoamérica
sin embargo, está limitada, circunscrita a “‘los límites impuestos por la ley natural’. El derecho
a ejercer la libertad es una propiedad de toda persona y la propiedad de toda persona es un
derecho” (Daros, 2008, p. 33).
En este trabajo se ha considerado relevante asociar la enseñanza de vivir en libertad con la dismi-
nución de la pobreza. El mundo está consciente de que es necesario erradicar esta última. Como
muestra de ello, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD] (2017) ha marcado
el 17 de octubre como el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza y el 13 del mismo mes
como el Día Internacional para la Reducción de Desastres. La relación de estos dos aspectos no es
coincidencia: están profundamente conectados debido a que en una situación de desastre los más
desprotegidos son los pobres. Esto a causa de que la población que vive en situación de pobreza se
encuentra en latente vulnerabilidad al carecer de los bienes mínimos que les permitan una garantía
social sobre sus pertenencias, contrario a lo que sucede con quienes poseen mayores recursos.
De acuerdo con el PNUD (2016):
Por un lado, la pobreza reduce la capacidad de las personas para enfrentarse y recu-
perarse de los desastres; y por otro, los desastres también obstaculizan la capacidad
de las personas para dejar atrás la pobreza (…). Es por eso que si el mundo quiere
terminar con la pobreza en todas sus formas para 2030, también debemos aumentar
la resiliencia en todas sus formas (párrs. 4-5).
Si bien la cantidad de personas que viven en extrema pobreza disminuyó en más de la mitad
entre 1990 y 2015 (de 1900 millones a 836 millones), aún demasiadas luchan por satisfacer sus
necesidades más básicas. Por ejemplo, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de De-
sarrollo Social [Coneval] (2017b) reporta que el número de personas en situación de pobreza en
2016 (53.4 millones) fue menor al reportado en 2014 (55.3 millones), aunque mayor que en 2012
(53.3 millones) y que en 2010 (52.8 millones), así como que el número de personas en situación
de pobreza extrema en 2016 (9.4 millones) fue menor que en 2014 (11.4 millones), en 2012 (11.5
millones) y que en 2010 (13 millones).
Se trata de cifras alarmantes si se considera que existen estados en la república mexicana con
menos de 1 millón de habitantes y que el número de personas en pobreza extrema representan
casi 10 % del total de la población de México.
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