Page 29 - MANEJO DEL MIEDO JUVENIL: AFRONTAMIENTO ANTE LA VIOLENCIA E INEFICACIA SOCIAL
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Bajo esta óptica, se concluye que se esta visualizando a los jóvenes como objeto pasivo
y agresivo, una etapa de vida que es en sí violenta por naturaleza, con la inmadurez
debido a la edad y cambios hormonales como agravantes, ubicándolos a manera dis-
criminatoria como una subcultura relegada o grupo exógeno que por sus características
MANEJO DE MIEDO JUVENIL: AFRONTAMIENTO ANTE LA VIOLENCIA E INEFICACIA SOCIAL
transitorias y endebles estan destinados a ser satélite de la sociedad, más concreta-
mente, del imaginario social.
Estrategias de Afrontamiento Conductuales y Cognitivas de las juventudes
ante la violencia
El afrontamiento, un constructo medular del presente estudio, es definido por Everly
(1989) como “un esfuerzo para reducir o mitigar los efectos aversivos del estrés, estos
esfuerzos pueden ser psicológicos o conductuales” (p.44).
La mayoría de los estudios sobre afrontamiento (Lazarus y Folkman, 1984; Moos, 1988;
Carver, Scheier y Weintraub, 1989; Galán-Rodríguez y Perona-Garcelán, 2001), concu-
erdan en determinar cuatro tipos generales de estrategias (dominios) de afrontamiento,
que se corresponderían a reacciones inherentes concretas dependiendo de cada tipo de
afrontamiento (afrontamiento conductual, cognitivo, afectivo y fisiológico.
En este contexto y desde el modelo de Vuanello (2006), se desarrolló una escala de
afrontamiento adaptando los dominios de afrontamiento de las escalas anteriores con
aplicaciones concretas a contextos latinoamericanos y en medios violentos.
El afrontamiento puede ser de carácter cognitivo, se sustentan a su vez en el hecho
de ser producto de un aprendizaje. Autores como, Miller y Dollard (1970), aportan que
“Los rasgos de la personalidad son hábitos, respuestas estables y aprendidas ante de-
terminados estímulos. El aprendizaje se refuerza en el ambiente; por tal, la personalidad
puede cambiar o influenciar por interacciones sociales y ambientales” (p. 131).
La descripción se vuelve más específica cuando Bandura y Walters (1986) consideran
que:
La conducta imitativa no depende tan solo del refuerzo verbal directo, sino
también a un refuerzo administrado al modelo; es decir, a un refuerzo vicario,
que, si bien no afecta el aprendizaje social, si afecta la ejecución ya que se
adquiere un patrón cognitivo encubierto de representaciones e imágenes
que incitan a la realización de cierta conducta (p. 21).
Sarah Margarita Chávez Valdez // Leticia Ríos-Velasco Moreno