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120 La desigualdad que se vive sabe a injusticia. El desempleo y bajos
niveles educativos alimentan el descontento, esto combinado con la
marcada incidencia del narcotráfico, que es una salida para partici-
par en redes0 ampliadas, ganar cuotas de poder y lograr mayor nivel
de consumo (Briceño-León y Zubillaga, 2002).
Los jóvenes involucrados en actos delictivos generalmente son jóvenes de 15 a 30 años
deseando ganar dinero que corren riesgos de mortalidad por violencia (OMS, 2003; Rubio,
2005; Rodríguez, 2005; Kliksberg, 2007; Muñoz-González, 2002).
En el año 2013, La Secretaría de Gobernación (SEGOB) alertó que los jóvenes son el sector
de la población con más exposición a ser víctimas y victimarios.
El diario el Economista (2013) informó que:
La población con mayores probabilidades de ser tanto víctimas
como perpetradores de la violencia, son los jóvenes. En 2013, el
33,5 % de los homicidios fueron cometidos por personas de 25 años
o menos. Mientras tanto, la tasa de víctimas de homicidio, por de-
bajo de la edad de 18 años, aumentó más de un 70 por ciento entre
2006 y 2010 - al pasar de 2,1 a 3,6 por cada 100.000 habitantes.
En un estudio diagnóstico de caracterización político delictual para los estados de Chihua-
hua y Cd. Juárez, particularmente en la Ciudad de Chihuahua los investigadores Miranda,
Moreno, Mera, Palacios y López, 2010; p.32) encontraron que: “los efectos de la violencia
provocan costos directos de manera sustancial, como la destrucción de activos físicos y de
vidas humanas, y costos indirectos, relacionados con los recursos destinados a la justicia
criminal y la encarcelación; además de, altos gastos en salud”.
Para Sperberg y Happe (2000):
Investigando nuestra propia práctica; una estrategia de formación y conocimiento
La delincuencia juvenil a visión del Endo grupo, se alimenta de
valentía y otorga un alza en el reconocimiento social entre pares.
Este marco, representa una forma violenta de adaptación a las
condiciones económicas y sociales de la exclusión y un intento de
integración para participar de las pautas de consumo sociales (Sper-
berg y Happe, 2000, p.57).