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EnvEjEcimiEnto dEmográfico

El proceso de envejecimiento de la población es considerado como uno de los fenómenos de-
mográficos de larga duración que comienza a afectar a la sociedad apenas desde el siglo pasado
(Cepal, 2002). Cuando se hace referencia al envejecimiento poblacional resulta interesante tener
en cuenta las probabilidades de que una comunidad pueda llegar a un estado de envejecimiento
poblacional y en qué circunstancias se encontraría para hacer frente a esta nueva condición (Villa
y Rivadeneira, 2000).

EfEctos

El envejecimiento poblacional está condicionado por dos efectos de carácter demográfico: el
aumento de los adultos mayores, por un lado, y la disminución de los niños y adolescentes, por

el otro. Esto ocasiona un aumento en la edad mediana, y la sociedad pasa a estar compuesta,
mayoritariamente, por una población envejecida.

Algunos de los riesgos globales identificados por Esping-Andersen (2000) son el deterioro físico
durante la vejez y aquellos asociados al ciclo de vida y que se expresan en los roles y condiciones
sociales típicamente vinculados con la edad. Por consiguiente, si el llegar a la vejez se puede
considerar como una situación generadora de riesgos asociados con la propia edad, el hecho
de enfrentar esos posibles riesgos en un espacio ya envejecido puede resultar muy desfavora-
ble para algunas personas (Esping-Andersen, 2000). En concordancia con lo anterior, Filgueira
(2001) asevera que el envejecimiento progresivo de la población constituye un nuevo riesgo.

Las personas de la tercera edad, en relación con los otros grupos sociales, experimentan el

mayor debilitamiento fisiológico paulatino y presentan con frecuencia la necesidad de apoyo
familiar, comunitario o institucional, lo cual se dificulta en la medida en que exista una proporción
elevada de ancianos. Sin embargo, el envejecimiento poblacional hace referencia a un periodo de
transición demográfica, donde un mayor número de personas arriba a la etapa más avanzada en
la vida humana (tercera edad). La edad de inflexión a partir de la cual se empieza a catalogar al
individuo como adulto mayor varía según diferentes autores, como ya se mencionó líneas atrás,
algunos asignan los 60 años como referencia, mientras que otros optan por evaluar esta condi-
ción a partir de los 65 años.

Para la sociedad en general el reto será incorporar a este grupo de la tercera edad a la vida social
y dotarlo de todo lo necesario para su adecuado desarrollo, así como garantizar los servicios que
atiendan a cada una de sus especificidades. Mientras tanto, el reto demográfico será el de bus-
car soluciones para propiciar cambios ante un fenómeno que ha sido considerado por muchos

especialistas como uno de carácter irreversible.

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