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ÉTAT DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LAS RELACIONES FAMILIARES
deslegitimar la actividad política. En efecto, es el afán por
desacreditar al Estado y no una innata inclinación por la
transparencia en donde reside la fuerza motriz del neoliberalismo en
su incesante apuesta por ubicar a la corrupción pública en un primer
plano. Esto no implica, naturalmente, que todos quienes definen a la
corrupción de esta forma profesen el credo neoliberal. Significa, en
cambio, que el neoliberalismo ha logrado que su particular visión
sobre la corrupción se convierta en hegemónica, es decir, aceptada e
incorporada en el sentido común general. Así, la dirigencia política,
los medios de comunicación, el ambiente científico y, en general, la
propia ciudadanía, han incorporado como propia esta concepción de
la corrupción (2014:178)”.
Tal como venimos expresando, la corrupción es un severo problema social de las sociedades
contemporáneas, pero que, tal como expresa Parisí:
“Afecta particularmente a nuestros pueblos latinoamericanos –en
una relación de desigualdad global- y que se repite como una
constante imparable en los pueblos del Tercer Mundo. Obvio es que
también la corrupción está presente en los países del Primer Mundo,
sólo que en ellos aparece solapada tras las máscaras falaces de los
discursos y actitudes de doble mensaje: un primer mundo progresista,
prolijo, preocupado por la defensa y protección de los derechos
humanos, por el cuidado del medio ambiente, mientras que aplica
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