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La investigación documental recoge en esencia tres procesos demográficos de larga duración,
los cuales contribuyen a la configuración espacial de la vulnerabilidad demográfica de comunida-
des, hogares y personas.

En los estudios de vulnerabilidad demográfica suele quedar definida una serie de riesgos inheren-
tes al rezago de la transición demográfica clásica, o a las etapas superiores de la misma, donde,
por un lado, se encuentran riesgos vinculados a la alta fecundidad y mortalidad, y por el otro,
riesgos asociados al envejecimiento de la población. La transición urbana, por su parte, encara
riesgos sobre todo vinculados al proceso migratorio, de segregación, exclusión y marginación.

En palabras de Rodríguez (2001), en la vulnerabilidad demográfica:

Las variables de población juegan un papel relevante, pero complejo en su configu-
ración y que develar este papel requiere especificar las coordenadas de referencia,
es decir: (a) el contexto de referencia (comunidad desarrollada/dinámica o subdesa-
rrollada/estancada; hogar de altos o de bajos ingresos, etc.); (b) el nivel de análisis
(individuos, hogares, o comunidades); y, (c) el asunto específico respecto del cual el
actor o entidad puede resultar débil o poderoso de la situación analizada.

La vulnerabilidad demográfica consiste, entonces, en identificar índices, indicadores o rasgos
que, en cierto modo, determinen la envergadura de los riesgos y las incapacidades de respuesta
de individuos, hogares y comunidades.

En el campo demográfico, la noción de vulnerabilidad se asocia de manera natural

a los denominados grupos vulnerables, fundamentalmente porque algunos de éstos
son definidos y delimitados, en su expresión más básica, con arreglo a atributos de-
mográficos como la edad, el sexo o la zona de residencia (Rodríguez, 2001).

De acuerdo con los planteamientos del mismo Rodríguez (2001), los “grupos vulnerables” pue-
den entonces ser identificado como los siguientes:

- La tercera edad (por expansión, por flaquezas fisiológicas y sociales, por falta de apoyos
institucionales, familiares y comunitarios).

- Los adolescentes y jóvenes (por ambigüedad o indefinición de roles, por dificultades para
el manejo de su trayectoria reproductiva, por crecientes riesgos de quiebre familiar, etc.).

- Los niños (por sobrerrepresentación en los grupos pobres, por riesgos de ser no desea-
dos, por ser tenidos por madres adolescentes, por tener más riesgos de vivir una parte
importante de su crianza en un esquema monoparental).

- Las mujeres (por las persistentes dificultades para lograr una fecundidad acorde con sus
deseos, por el negativo impacto que tiene el incremento de las separaciones conyugales
sobre ellas en particular).

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