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el examen de la vulnerabilidad social era el de avanzar en la medición empírica y la generación de
insumos para las políticas públicas (Cepal, 2001).

Pero alejar el enfoque de vulnerabilidad (sobre todo sociodemográfica) de este problema resulta
aún prematuro en las ciencias actuales, dado sus diversos puntos de vista, el reto de la compa-
ración internacional, así como por la variedad de fuentes de información y sobre todo el criterio
geográfico social, exponente de la diversidad de factores que hace a cada espacio prácticamen-
te único. Una idea que queda revestida con el hecho de que en los estudios sobre vulnerabilidad
interviene la percepción de cada individuo o grupo humano sobre una realidad concreta.

Si tomamos como punto de partida lo planteado por la Cepal (2001), se puede proceder a cons-
truir un índice estadístico que permita dar solución a una de las grandes polémicas que genera el
tema de la vulnerabilidad: ¿Cómo se puede medir la vulnerabilidad?

De modo que:

Índice de vulnerabilidad = Riesgo + Índice de incapacidad de respuesta

Donde, por ejemplo, en el caso de la vulnerabilidad sociodemográfica de los adultos mayores
ante el riesgo del envejecimiento poblacional, se toma como riesgo la proporción de personas
mayores de 60 años con respecto a la población total (Bello, 2013). Lo cual daría respuesta a la

interrogante de cuán vulnerable podrá ser un adulto mayor al vivir en un espacio o territorio más
o menos envejecido y cuán marcado estará esto al considerarse toda las series de limitaciones y
carencias que pudieran hacer que este grupo sea efectivamente afectado.

Al respecto, Busso (2002) planteó que el esfuerzo teórico de la vulnerabilidad ha de dirigirse a lo
siguiente:

a) Identificar riesgos.

b) Precisar las probabilidades de materialización de estos.

c) Determinar diferencias sociales de estas probabilidades.

d) Relevar capacidades (activos, arreglos institucionales, apoyos externos, etc.) úti-
les para prevenir riesgos o reaccionar frente a su materialización.

e) Indagar en las estrategias de uso de tales capacidades para prevenir riesgos,
defenderse, o adaptarse a ellos.

En el caso del índice de incapacidad de respuesta, es necesario seleccionar los indicadores en
los que se basará, de modo que sea realmente factible medirlos y que estos abarquen todas las
particularidades que de ese aspecto de la realidad deben ser tomadas en cuenta dada su impor-
tancia en el enfoque del estudio a realizar.

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