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Introducción
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La educación superior hoy día enfrenta retos importantes: mejorar la calidad, reducir las des-
igualdades para el acceso a la educación, asegurar el financiamiento para el desarrollo integral
de la institución, entre otros.
En este contexto, México señala que tres de cada diez jóvenes, entre los 19 y los 23 años de
edad, –de una población de diez millones– tienen acceso a la educación de nivel superior, ello
significa que más de siete millones de jóvenes no cursan estudios superiores (Narro, Martus-
celli y Barzan, 2012, p.18).
El limitado acceso de los jóvenes a instituciones educativas de nivel superior en México repre-
senta un problema económico e incluso social, cuyo impacto recae directamente en la incerti-
dumbre al futuro de nuestro país y la desesperanza para continuar sus estudios. La educación
pública en México sigue siendo, desde la época en que surgieron las instituciones, la única vía
para erradicar la pobreza y la desigualdad, además de fortalecer el acceso al conocimiento y a
la superación personal y como ciudadanos del mundo. Por lo que se hace necesario diseñar y
habilitar políticas de Estado en materia de educación superior, ciencia y cultura.
En este sentido la calidad de la educación en nuestro país se ha incrementado en el nivel de
posgrado en los últimos años (Narro, Martuscelli, y Barzana, 2012), a pesar de que tuvo un
incipiente comienzo. Los números revelan estos hechos, pues de acuerdo con Narro: “En los
años setenta apenas sobrepasaban los 5 000 alumnos de posgrado, en el ciclo escolar 1990-
1991 alcanzó los 46 000 estudiantes y actualmente, en el ciclo escolar 2011-2012, suman 229 La diversidad de actividades en el proceso de enseñanza aprendizaje del docente en línea
000 alumnos” (Narro et al., 2012, p. 46).
Aunque estas cifras parecen alentadoras, si las comparamos con la matrícula de licenciatura,
son mínima, ya que representa casi tres millones de estudiantes y al comparar las cifras con los
estudiantes de posgrado de países con desarrollo similar al de México, también son decepcio-
nantes, por ejemplo, Brasil quintuplica el número de graduados de doctorado.
Todos estos cambios progresivos generan expectativas y la visión de un futuro mejor, por
tanto, en caso de que dichos cambios llegasen a consolidarse, sus efectos serían tangibles y
permanentes e influirían en el ámbito económico y social. Por ello, la formación de profesiona-
les y científicos cada vez más competentes, al igual que la generación de conocimiento son
una demanda que la sociedad ejerce sobre las instituciones educativas.
Una creciente educación superior de calidad es indispensable para fomentar el desarrollo de
México, no obstante que las políticas implementadas por el Estado se enfocan esencialmente
en estrategias reduccionistas, limitando el incremento de los estudiantes que se matriculan a
nivel posgrado. Dicho escenario impacta en el modelo de trabajo académico del posgrado,
pues se ha orientado hacia la acumulación de grados escolares y actividades de investigación,
desalentando el trabajo docente y no se actualizan a la par de los avances en las ciencias y las
tecnologías en las áreas Biomédicas y experimentales (Narro et al.,2012).