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ÉTAT DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LAS RELACIONES FAMILIARES












                  Esta base y punto de partida (pacto social de nuevo cuño) sentaría la plataforma del derrotero
                  de  México  y  emergería  como  el  pilar  de  una  cultura  de  la  legalidad,  de  respeto  a  las

                  autoridades y al marco legal, lo que impondría tanto su aprobación por referendo como una

                  amplia difusión de sus contenidos y alcances.


                  A  partir  de  una  nueva  Carta  Magna,  se  debería  tanto  garantizar  conductas  ciudadanas

                  respetuosas del orden jurídico vigente, como la aplicación efectiva de la ley a todos por igual;
                  sanciones o penalizaciones a cualquiera que quebrante el marco normativo, lo que incluye

                  poner  fin  a  los  privilegiados,  a  la  impunidad  de  la  que  gozan  los  “intocables”,  lo  que  se

                  traduciría –incluso–  en la judicialización de aquellos expedientes del CISEN en el que se
                  presenten  indicios  sólidos  sobre  actos  de  corrupción  de  la  clase  política.  En  todo  sistema

                  jurídico la justicia es  selectiva y si  el poder  público no instruye a su operadores sobre las

                  prioridades  a  atender,  el  propio  sistema  se  encarga  de  hacerlo;  es  a  través  de  la  política

                  criminal que el Estado jerarquiza aquellos delitos y conductas antisociales de alto impacto
                  social –principalmente aquellos que atentan contra el derecho a la vida, ya que el goce de

                  cualquier otro derecho humano está supeditado a éste, a la libertad, como el secuestro, y al

                  bienestar general de la población, como aquellos delitos cometidos por funcionarios públicos
                  en el ejercicio de su cargo que, incluso, están tipificados como  traición a la patria por  el

                  Código Penal Federal–, cuya atención debería ser prioritaria y tender a limitar o acotar la

                  impunidad que socava la legitimidad de los gobernantes y del Estado de Derecho.


                  Tratándose del sector seguridad, ante todo debería abrogarse la categoría seguridad interior,
                  para quedar la de seguridad nacional (concepción Estado-céntrica) y la de seguridad pública (de

                  naturaleza  antropocéntrica), reservándose como instrumentos coercitivos las fuerzas  armadas















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