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EL ETAT DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL DESARROLLO SOSTENIBLE

personas, capacitándolas para el ejercicio de los mismos, posibilitándolos y
potenciándolos. (Gimeno Sacristán, 2000, p. 63)

Estos elementos, configuran la manera en que educación le pertenece a las dinámicas sociales

y que a través de su gestión procura siempre intervenir. En este sentido, dicha labor no se
pone en consideración, ni se cuestiona, por el contrario se avala y se le reconoce su labor. El

problema radica en el momento en que la educación se le adhiere al aspecto político, su

relación ha estado determinada por la dominación ideológica que pueda salir de ella.

Esto pone en evidencia que la educación ha estado al servicio de las grandes estructuras de

dominación, puesto que, no ha sido más que un medio por el cual se logra adoctrinar a la

población y olvidar cualquier principio formativo que pueda contener, así lo señala Arendt
(2016): “Con este punto de partida, se derivó desde el comienzo un ideal educativo teñido

con los criterios de Rousseau, en el que la educación se convertía en un instrumento de la

política y la propia actividad política se concebía como una forma de educación” (p. 273).
Esta práctica ha derivado precisamente de relacionar la educación en la peligrosa relación

medios-fines y en que la educación siempre ha tenido que sacrificarse ante la política: “la

palabra “educación” tiene un sentido perverso en la política; se habla de educación, pero la
meta verdadera es la coacción, sin el uso de la fuerza” (p. 274).

Hasta este punto, sólo se ha evidenciado una relación conflictiva entre educación y política,
en que la primera queda reducida a la categoría de instrumento y peor aún de instrumento

de dominación, pero ¿hasta qué punto la educación se adhiere perversamente a la política? O

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