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ESTRATEGIAS ORGANIZACIONALES E INNOVACIÓN TECNOLÓGICA
El internet, la telefonía móvil y las redes sociales han ampliado considerablemente la capa-
cidad de grupos políticos para organizar actividades, con especial impacto en los países en
los que las libertades de expresión y de asociación son vulnerables a la represión por parte
del Estado. De hecho, la institucionalización del acceso a la información y la creación de
las redes sociales y portales han provocado un aumento en la disposición de la gente para
participar en la toma de decisiones.
La discusión sobre los nuevos medios y la libertad de expresión es ejemplo de una serie de
cuestiones relacionadas con los derechos y la sustentabilidad del desarrollo. El régimen inter-
nacional de derecho (la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los pactos internacio-
nales y regionales de convenciones) es anterior al advenimiento de los nuevos medios de co-
municación y a la revolución tecnológica en el entorno de las comunicaciones, los cuales con
su potencial de impacto ahora ofrecen lograr a plenitud las bondades de toda esa legislación.
Por ejemplo, el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos proclama el de-
recho a “buscar, recibir y difundir informaciones e ideas por cualquier medio sin consideración
de fronteras” (División de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, s. f.). Sin embargo, a
pesar de que un recurso como la Internet está implícitamente incluido en ese artículo, como un
medio omnímodo y omnipresente, no estaba previsto en el momento que se acordaron esos
derechos. Ello ha dificultado la interpretación y la aplicación del artículo. Una interpretación ex-
tensiva argumenta que la disposición implica el derecho de acceso a la Internet, por lo que se
obliga a los gobiernos a proporcionar su democratización, incluso de banda ancha.
Asimismo, ha surgido mucha confusión entre los derechos humanos (como los plasmados en
la Declaración y algunos convenios), los derechos cívicos (que se encuentran consagrados en
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos) y los derechos de los consumidores
(concedidos por las leyes). Hay incluso quienes argumentan que la creciente importancia de
la información y las tecnologías de la comunicación exige la incorporación del derecho a co-
municar, mientras que otros han propuesto un nuevo conjunto de derechos a internet (la ONU
declara el acceso a internet como un derecho humano, 8 de junio de 2011).
Por otro lado, existen los efectos de primer orden de las TIC en la sustentabilidad ambiental, los
cuales son generalmente considerados negativos. La producción y fabricación de los propios
instrumentos para uso de las TIC -incluyendo las computadoras personales y los teléfonos
móviles- se ha hecho intensiva en carbono y utiliza algunos recursos escasos, principalmente el
coltán. El rápido crecimiento en el número de dispositivos electrónicos (teléfonos, televisores,
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8 El coltán es un óxido que toma su nombre por contracción de los dos minerales que lo integran: la columbita y la tantalita. No
es un mineral en sí mismo ni tampoco una aleación. Es una solución sólida y cristalina de color azuloso que se forma por la
fusión de óxido de niobio, hierro y manganeso, por un lado; y óxido de tantalio, hierro y manganeso, por otro. Esta combinación
natural desarrolla propiedades únicas: superconductividad, carácter ultrarrefractario que soporta temperaturas muy eleva-
das, alta resistencia a la corrosión y otras alteraciones propias de los minerales, así como una singular capacidad de almacenar
temporalmente cargas eléctricas y liberarlas cuando es necesario. El coltán ya se ha convertido en un elemento fundamental
y muy codiciado para el desarrollo de nuevas tecnologías. Presente sobre todo en condensadores, su uso se extiende por la
telefonía móvil, la fabricación de computadoras, la elaboración de videojuegos y todo tipo de nuevos usos para la industria
aeroespacial, bélica y atómica, e incluso médica (implantes). La mayor parte de las reservas conocidas, empero, se ubican en
el corazón de áfrica y, muy concretamente, en la República democrática del Congo (RdC), que tiene 80 % de la producción
mundial. Esta riqueza que, correctamente explotada, podría sacar rápidamente de su proverbial pobreza a los congoleños y
a sus vecinos de uganda y Ruanda, se ha convertido por el contrario en una pesadilla de guerra, explotación laboral y daño
ambiental (Luna, 26 de septiembre de 2013).
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