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Dado que el envejecimiento es un resultado directo de la transición demográfica,
entraña un riesgo inevitable, con manifestaciones, determinantes y adversidades di-
ferentes para comunidades, hogares y personas, algunas de las que son objeto de
debate, condición propia de las incertidumbres que envuelven a un fenómeno relati-
vamente nuevo para la humanidad; si bien es posible anticipar sus efectos, es difícil
evaluar las capacidades de respuesta, o adaptación frente a ellos. (Cepal, 2002).

El Celade (2009), por su parte, se ha encargado de desarrollar grados que permiten evaluar la
presencia de este fenómeno dentro de la sociedad. Estos grados no son más que la relación
existente entre la población de 60 años y más con respecto a la total expresada en cifras por-
centuales.

Las categorías que presenta el Celade (2009) para la clasificación de la envergadura del enveje-
cimiento poblacional fueron las siguientes:

- Grado I: Las personas de 60 años y más representan menos de 10 % de la población.

- Grado II: Las personas de 60 años y más se encuentran representando entre 10 % y 15
% del total de la población.

- Grado III: Las personas de 60 años y más representan más de 15 % del total de la po-
blación.

vulnErabilidad

La vulnerabilidad es socialmente construida; es el fruto de la combinación de multitud
de factores geográficos, económicos, sociales, políticos y también personales, que
condicionan tanto la exposición al riesgo como el acceso a los recursos por parte de
las familias e individuos (Pérez de Armiño, 1999).

De este modo, entonces, la vulnerabilidad resulta el enfoque que permite no solo abordar temas
relacionados con los desastres naturales, o la temática de la pobreza en la cuestión social, sino

que se desdobla para el estudio de diversos grupos y sectores de la sociedad. Vulnerabilidad
será un término muy empleado, no únicamente con diferentes interpretaciones por parte de
varios autores, sino que acompañará diferentes análisis. Por citar algunos ejemplos se registran
trabajos de vulnerabilidad demográfica, ambiental, de activos, etc. Esta multiplicidad de marcos
conceptuales en los estudios de vulnerabilidad, en cambio, gira en torno a responder tres pre-
guntas: ¿A qué se es vulnerable?, ¿quién es vulnerable? y ¿por qué es vulnerable?

Sin embargo, era también necesario que el debate en torno a estos nuevos enfoques se apartara
de uno de los mayores problemas que aquejaba a las ciencias sociales, que era la disociación
entre el análisis teórico y la verificación empírica. Por lo tanto, uno de los desafíos que enfrentaba

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