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ESTRATEGIAS ORGANIZACIONALES E INNOVACIÓN TECNOLÓGICA







            deterioro de la economía nacional que más tarde terminaría con el estallido de la crisis (Beziz
            y Petit, 1997; Edwards, 1997b; Espinosa y Russell, 1996; Griffith, 1996; Montes-Negret y
            Landa, 1999; Olivié, 2005). De estas conclusiones se desprenden al menos dos elementos: el
            primero está relacionado a nivel internacional y se refiere a la forma en la que opera el sistema
            financiero internacional. Como mencionó anteriormente, uno de los elementos de la globaliza-
            ción económica que más ha dañado a las economías de los países en vías de desarrollo es el
            aumento del flujo de los movimientos de capital a corto plazo (motivados por las expectativas
            de los agentes privados), los cuales, por su naturaleza, son volátiles y representan dificultades
            reales para la mayoría de los mercados emergentes. En el caso de México, y de acuerdo con
            los modelos de segunda generación, la economía contaba con unos fundamentales media-
            namente aceptables, pero sería el cambio en las expectativas de los agentes lo que causaría
            el estallido de la crisis.

            El segundo elemento está relacionado a nivel nacional y se refiere a la ineficiente supervisión
            y regulación del sistema financiero mexicano (resultado de una rápida liberalización financiera)
            que permitió al país convertirse en un receptor neto de capitales que se caracterizaron por su
            volatilidad, mientras que la entrada de IED y de contratos de deuda a largo plazo serían muy
            limitados.  Destaca, entonces, la entrada de capitales a corto plazo a través de contratos de
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            deuda privada, predominando aquellas inversiones denominadas en divisas sin la cobertura del
            riesgo del tipo de cambio (Beziz y Petit, 1997; Olivié, 2005; Weintraub, 2000). Esta oleada de
            capitales permitió a los consumidores mexicanos incrementar su gasto y el crédito interno,  lo
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            que provocaría una expansión del consumo (Gil-Díaz, 1998) que presionó cada vez más el tipo
            de cambio  y contribuyó a la acumulación del déficit en la cuenta corriente. En definitiva, poco
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            antes de que estallara la crisis mexicana se habían deteriorado los parámetros fundamentales
            del país, así como los monetarios y los comerciales, lo que provocaría un aumento de la vulne-
            rabilidad financiera del país que culminaría con la crisis.
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            Algunos estudios sobre la crisis financiera mexicana señalan que el estallido de la crisis se
            produjo en diciembre de 1994, cuando el gobierno mexicano se vio forzado a devaluar el peso
            (Calvo y Mendoza, 1996; Cameron y Aggarwal, 1996; Espinosa y Russell, 1996). De acuerdo
            con los modelos de segunda generación, no obstante, el comienzo de una crisis se origina
            cuando se produce un cambio en las expectativas de los agentes privados, lo cual da lugar a
            un ataque especulativo que provoca una crisis financiera ocasionada por un suceso desenca-
            denante (en el caso de México, existen varios triggers como el asesinato del candidato priista
            a la presidencia y la subida de los tipos de interés de la Reserva Federal). Por lo tanto, la crisis
            mexicana estalla cuando empiezan los ataques especulativos contra la moneda, y no después,
            cuando las autoridades monetarias mexicanas se ven obligadas a dejar flotar el peso tras di-
            chos ataques (Olivié, 2005).


            8   Olivié (2005, p. 139) destaca que la entrada total de capitales a México pasó de representar 0.29 % del PIb en 1988 a 10.3 % en
               1993, para 1995 representó -0.8 %
            9   Montes-Negret  y  Landa  (1999)  estiman  que  el  crédito  a  las  personas  que  otorgaban  los  bancos  comerciales  se  destinaba  prin-
               cipalmente al consumo y la vivienda, lo cual aumentó significativamente en un periodo de cinco años; por ejemplo, en 1989 el
               crédito bancario representaba cerca de 15 % del PIb, pero en 1994 esta cifra había ascendido a casi 45 % del PIb.
            10  México fijó el tipo de cambio con el dólar estadounidense a finales de 1987, pasó a un sistema de fijación deslizante (crawling
               peg) a principios de 1989, y a una banda de fluctuaciones (crawling band) a finales de 1991, que fue abandonada por un régimen
               de tipos flexibles tras la crisis.
            11  Véase Olivié (2005) y Lustig (1998) para un análisis sobre la situación previa al estallido de la crisis.






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