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48 De igual forma, Kiran (2017) define la planeación estratégica como el proceso para tomar
decisiones sobre la distribución de los recursos de una organización, mientras que Ansoff,
Kipley, Lewis, Helm-Stevens y Ansoff (2019) indican que la planificación estratégica es un
proceso que busca definir la postura organizacional futura mediante un procedimiento racio-
nal y metódico que integra el aspecto tecnológico con la finalidad de crecer.
Al respecto, Weijermars (2011) señala que la referencia inicial de la planificación estratégica
es la visión a futuro de una organización, por lo que el plan debe considerar la fabricación
del producto, la mercadotecnia, la logística de comercialización, así como sus finanzas y el
capital humano, además de valorar los riesgos, las fluctuaciones del mercado y considerar
la relevancia del análisis del contexto donde opera. En este sentido, Grünig y Kühn (2011)
puntualizan al menos seis particularidades de la planeación estratégica, es decir, a) debe ser
un proceso ordenado que siga o se ajuste a un método o procedimiento, b) su análisis debe
estar enfocado a largo plazo, c) debe estudiar a toda la organización o al menos a los seg-
mentos más significativos, d) debe identificar los potenciales de éxito futuros, e) la dirección
debe tener conocimiento y participar en el proceso, y f) debe ayudar a alcanzar los objetivos
planteados. En este mismo sentido, autores como van Aartsengel y Kurtoglu (2013) consi-
deran que las actividades inherentes a la planeación estratégica deben asegurar el desarrollo
y crecimiento del portafolio de negocios de la organización, por lo que sus funciones deben
ser precisar, estudiar, expresar, desarrollar, llevar a cabo y revisar los planes.
Por el contrario, autores como Freedman (2016) critican la planeación estratégica porque
consideran que existe una falta de conexión entre las organizaciones, los clientes y los mer-
cados, ya que solo intervienen actores internos para definir las estrategias, con lo cual se
acepta que los dirigentes son los más indicados para estructurarlas. Para este autor resulta
imposible definir estrategias a largo plazo debido a que los planes se vuelven rápidamente
inadecuados ante circunstancias tan cambiantes, de ahí que crea que es infructuoso basar
las estrategias en datos de análisis realizados en un periodo determinado, ya que esas in-
formaciones solo pueden abordar los problemas de ese periodo. En otras palabras, seguir
estrictamente un plan podría rezagar a las organizaciones porque las necesidades y pre-
tensiones de los clientes suelen variar, lo cual implica un riesgo que no se corresponde con
el fundamento teórico de la planificación estratégica, concepto que considera a los riesgos
como peligros que deben ser evitados.
En cambio, investigadores como Floyd y Wolf (2018) expresan que la planeación estratégica
es un proceso continuo y estructurado para el diseño, ejecución y control de estrategias, en
el cual se establecen y analizan las prioridades de la organización. De hecho, y pese a las
críticas que han contribuido a su pérdida de popularidad, la planeación estratégica es una
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de las herramientas más empleadas en la administración, ya que asiste en la organización
de actividades y en la asignación de recursos.
Por ello, Morris, McKay y Oates (2009) afirman que aunque la planificación estratégica es
una actividad compleja y demandante, sirve para valorar el potencial del negocio, reconocer
las dificultades potenciales, diseñar planes que contribuyan a neutralizar dichas dificultades
y establecer objetivos comerciales y financieros a plazos medianos y largos. Por ende, es