Page 132 - LA INVESTIGACIÓN: CUANDO PARA RESOLVER UN PROBLEMA, ANTES HAY QUE CREARLO
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y desarrollar los alumnos en la universidad, lo que favorecería la autonomía, el aprendizaje activo y
significativo para toda la vida.
Rowntre (2001) afirma que la capacidad para estudiar no es algo con lo que se nace (como puede
ser respirar), sino que se construye al incorporar un conjunto de técnicas que se aprenden a lo largo
de la vida. En otras palabras, y considerando que más allá de la conclusión de la formación escola-
rizada, se debe prever que los individuos enfrentarán en el ejercicio profesional y a lo largo de la vida
exigencias que demandan destrezas sobre leer rápido, comprender y recordar lo leído, organizar y
distribuir el tiempo de forma adecuada, así como prepararse para resolver problemas cotidianos, que
precisan de hábitos de estudio eficaces al igual que en la vida universitaria. La investigación: cuando para resolver un problema, antes hay que crearlo
Por eso, el objetivo es promover la autonomía del aprendizaje, entendida como una facultad para
tomar decisiones orientadas a regular el propio conocimiento aproximándolo a determinadas me-
tas (Monereo, 2008). Según esta perceptiva, aprender una estrategia no solo es saber ejecutar las
operaciones de un procedimiento o técnica de aprendizaje —como pudieran ser la elaboración de
esquemas, la técnica de subrayado, elaboración de resúmenes, mapas o diagramas—, sino que im-
plica identificar cuándo y por qué se deben emplear. El aprendizaje efectivo, por ello, se relaciona con
el desarrollo de situaciones educativas caracterizadas como procesos constructivos, acumulativos,
autorregulados, orientados a la meta, situados, colaborativos e individualmente diferentes sobre la
construcción del conocimiento y su significado (De Corte, citado por Castañeda y Martínez, 1999).
Chaín y Jácome (2007) afirman que quien desarrolla habilidades para resolver exámenes o hacer
tareas asiste con regularidad a bibliotecas, sabe consultar libros, toma apuntes y acude a diversos
profesores, lo que le permite construir un conjunto de rutinas de trabajo que potencialmente contri-
buirán al aprendizaje sistemático de contenidos e impactará en su desempeño cotidiano. 131
En cuanto al caso específico de la competencia lectora en estudiantes, Durán (2011) considera que
se asocia directamente con la calidad de la educación, aunque también plantea retos para las ins-
tituciones en cuanto al diseño y desarrollo de estrategias que permitan fortalecerla a lo largo de la
vida académica y profesional (González, 2014). En palabras de Garrido (2014), “existe una relación
directa, probada, entre el nivel de lectura de los estudiantes y su rendimiento escolar. Los mejores
alumnos son mejores lectores que sus compañeros” (p. 148).
Por ello, para Backhoff, Velasco y Peón (2013) es necesario que los universitarios no solo tengan la
habilidad para comprender textos simples, sino también para discriminar ideas centrales, inferir con-
clusiones, resumir información, identificar ideas clave y argumentos de autores diferentes, así como
sustentar una postura personal sobre temas específicos y expresarse de manera eficaz mediante la
escritura, utilizando correctamente las normas del lenguaje.
Continuando con el hábito de la lectura, vale comentar un trabajo de sistematización (Manríquez,
2015, citado por Vidal y Manríquez, 2016) realizado sobre 42 estudios enfocados en los niveles
de competencia lectora. Los resultados de dicho trabajo demostraron que en la mayoría de esos
estudios los universitarios tenían niveles muy bajos en cuanto a comprensión lectora, así como es-
trategias y hábitos de lectura.