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De este modo, la práctica del cuidado implica articular y desarrollar la dimensión pedagógica y
ética del docente. Con ello es posible que los alumnos asimilen y aprendan actitudes y valores
propios de la ética del cuidado que son necesarios para realizar la intervención socioeducativa,
por ejemplo: comprender e interesarse por el otro, atender al otro, preocuparse y ocuparse
del otro, saber escuchar, saber acompañar, brindar confianza, tener paciencia, desarrollar la
empatía, asumir su responsabilidad profesional

b) Construir el vínculo ético en la relación docente-alumno. Para los futuros pedagogos y
educadores sociales es fundamental realizar su proceso educativo mediante una relación ética
entre el docente y el alumno. La vivencia y experiencia de la relación educativa como una rela-
ción ética es formativa para estos alumnos, ya que les permite comprender la importancia que
tiene en su práctica de intervención socioeducativa el establecimiento de relaciones positivas
con los usuarios, entendiendo este tipo de relaciones como de ayuda y de apoyo para con
el otro que tiene una necesidad o carencia. Asimismo, el establecimiento y sostenimiento de
la relación maestro –alumno como una relación ética o de cuidado permite que los alumnos
desarrollen en su proceso educativo valores y cualidades humanas y profesionales que son
esenciales para responder ante la vulnerabilidad que tienen los usuarios de sus servicios pro-
fesionales, como son la sensibilidad y el tacto, la empatía, la compasión y la solidaridad.

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