Page 46 - Emprendimiento Conceptualización y contextualización en México
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38 terializan en planes, programas, estrategias, capacidad instalada, acciones, actividades,
quehaceres que aportan y contribuyen, como intenciones educativas, a un crecimiento
personal y profesional en las diferentes áreas del conocimiento.
El proceso educativo, que deviene de dicha planeación y puesta en marcha de acciones
cotidianas en las organizaciones de esta naturaleza, cobra sentido en tanto logra su pro-
pósito de desarrollar en los jóvenes las competencias necesarias para su incursión en el
campo de desempeño que les compete. Estas competencias tocan no solo saberes de
corte teórico, sino saberes que le permitan al individuo ser capaz de gestionar su aprendi-
zaje, de saber comunicarse, de formular problemas y plantear soluciones bajo el paraguas
de un pensamiento analítico, crítico y creativo; por si fuera poco, además debe ser apto
para reconocer sus potencialidades, autorregular y autocorregir sus habilidades, mediadas
por sus facultades humanas, para intervenir de manera pertinente en su espacio laboral.
Bajo esta consideración, se estima que la educación superior universitaria juega un rol
esencial para el bien común, para el beneficio social en un sentido amplio del término. Y
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por tanto, el planteamiento curricular debe cumplir con criterios de calidad, entendida no
solo como próxima a contextos reales, sino integrada en la complejidad creciente que tras-
ciende las fronteras personales, profesionales e institucionales.
Es así que en este entramado de agentes, elementos y procesos educativos se sitúa en un
plano central la formación universitaria.
Para que la educación superior tenga sentido, esta debe orientar su misión hacia la bús-
queda de oportunidades de mejora en la calidad de vida de las personas, hacia la con-
tribución directa para la identificación y formulación de problemas, pero sobre todo para
la solución de estos en un escenario social, acorde con los diferentes planos, niveles y
dimensiones de una realidad determinada. En palabras de Luna (2011): “La formación uni-
versitaria debe ser integral, para que los jóvenes estudiantes egresen con una visión amplia
de la realidad que les ha tocado vivir reducida a su especialidad, que muchas veces impide
ver la problemática social que vivimos” (p. 39).
El currículo permite comprender el quehacer educativo y la función social de la escuela.
Entendiendo a esta no en un sentido contestatario a las demandas que el contexto le im-
ponga, sino como un espacio del que emergen propuestas contundentes para mejorar,
para cambiar, para transformar la vida de las personas en un horizonte de bienestar. De esa
manera puede aceptarse y entenderse la calidad educativa.
La incursión de los egresados universitarios en el espacio laboral exige de ellos, además,
un carácter sólido y decidido para encarar su compromiso y su función como agente de
dichos cambios y transformaciones.
Por tanto, la formación universitaria se entiende aquí como la vivencia de procesos reflexi-
vos de aprendizaje integrado a las capacidades y potencialidades de cada sujeto, imbri-
cadas por los saberes que un proyecto educativo contempla, y por su estrecha y vigente
relación con un entorno complejo y dinámico.