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42 Algunos autores lo entienden en el sentido amplio que trasciende los pro-
pósitos netamente económicos (cfr. Beckman & Cherwitz, 2009; Fayolle,
et al., 2006; Klandt & Volkmann, 2006), mientras que otros se enfocan en
las posibilidades que tienen las universidades de generar rendimientos
económicos e impactos directos en la sociedad, a través de consultorías
(cfr. Bernasconi, 2005; Manifet, 2008) (Enciso, 2010, p. 70).
Los emprendedores se conciben aquí como sujetos competentes, capaces de crear y
manejar espacios de trabajo, ya sean empresas, proyectos sociales, culturales, o servicios
profesionales vinculados estrechamente al ejercicio profesional especializado, tal y como
como consultorios, despachos y asesorías, entre otros. “En términos generales, el empren-
dedor es aquella persona que empieza una nueva actividad, ya sea económica, social o
política” (Hidalgo, 2014, p. 77).
Aunado a lo antes dicho, habrá que considerar que el panorama incierto e inestable para
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la inserción de los profesionistas al mundo laboral, sobre todo en países como el nuestro.
Por ello, se insiste en la necesidad de formar jóvenes cuya esencia traspase un conoci-
miento estable y especializado, y apueste por el empoderamiento orientado hacia la solu-
ción creativa de problemas, que les permita la apertura de oportunidades en espacios de
trabajo ya establecidos, y sobre todo, que sean capaces de tomar decisiones y desafíos
para emprender en escenarios propios aportando, de igual manera, productos y servicios
de calidad para el beneficio de la sociedad.
Formar en el emprendimiento es significativo para el desarrollo local, el
cual es planteado como el beneficio que la sociedad recibe al afrontar de
una forma más eficiente la satisfacción de las necesidades y la solución
de los problemas con prontitud de las respuestas a las demandas de la
comunidad, lo que reconoce al emprendedor como figura auténtica en
el progreso permanente de una localidad a nivel municipal y/o regional.
(Duarte y Ruiz, 2009, p. 328).
A la luz de lo anterior, es que se enfatiza, por una parte, la necesidad de que las institucio-
nes de educación superior ajusten constantemente sus planes, estrategias y acciones en
sintonía con el mundo que les toca vivir a cientos de generaciones cada día; por otra parte,
el fortalecimiento de las iniciativas de emprendimiento que nacen de los propios universi-
tarios y luego profesionistas. Y finalmente, por parte de las instancias externas al radio de
la formación universitaria, la generación de nodos que apuntalen y retroalimenten tanto el
proceso educativo como el nuevo giro en que incursionen los egresados de programas
educativos tan diversos. El concurso simultáneo y desmedido de los diferentes actores
y sectores de la sociedad debe vivirse como una sinergia en la que la universidad lleva la
mayor responsabilidad. Es esta la que se plantea determinados objetivos para con el pro-
fesional que egresa de sus aulas.