Page 37 - Prevención de la violencia en el nivel preescolar
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en tanto que el odio se transforma en una señal de civilización cuando tenemos
presente el proceso global de desarrollo emocional del individuo, y en particular
sus etapas más tempranas (Winnicott, 2009, p. 120).
Si un niño cuenta con un buen sostén —es decir, con una madre suficientemente buena
y capaz de conectarse con sus necesidades— accedería a una vida sana, pues tendía la
capacidad disfrutar de las gratificaciones y de las relaciones afectivas.
Martin Teicher —profesor de la Escuela de Medicina de Harvard— ha demostrado que
existe una estrecha asociación entre el desarrollo de problemas psiquiátricos (esquizo-
frenia, paranoia, limítrofe, antisocial, entre otros), el maltrato físico-emocional y el abuso
sexual en los niños. Este investigador encontró que el hipocampo izquierdo (que desem-
peña funciones importantes en la memoria y en el manejo del espacio) de los pacientes
analizados en cuyas infancias sufrieron algún abuso era en promedio 20 % más pequeño
que el de las personas normales. Según sus hallazgos, esto se debe a que el maltrato
infantil ocurre en una etapa crítica de la formación del cerebro, lo cual altera de manera
irreversible el desarrollo neuronal (Teicher, citado por Ostrosky, 2011).
Bandura (1974), por otra parte, comenta que aprendemos principalmente por la observa-
ción de otros modelos, entre los que se destacan los padres y las demás personas mayo-
res del núcleo familiar (hermanos, tíos, primos, abuelos y parientes cercanos). Por ello, las
conductas de imposición y dominación de estas personas suelen generar en los niños un
mayor número de pautas agresivas, ya que imitan lo observado y lo vivido en la familia, lo
cual luego reproducen en otros espacios, como la escuela.
Se ha descubierto que los niños muy agresivos tienen padres que desaprue-
ban, censuran y castigan enérgicamente la agresión en el hogar, resultado que
solía interpretarse como un ejemplo del desplazamiento. Pero como los padres
de estos niños alientan y recompensan la agresión fuera del hogar, la agresión
que aparentemente se ha desplazado puede que sea fundamentalmente un
resultado de la instrucción discriminativa (Bandura y Walters, 1974, p. 19).
Dicho de otro modo, hay padres que confunden a sus hijos con sus actitudes; por ejem-
plo, cuando los hermanos se pelean en el hogar reprimen y castigan esas conductas
agresivas; pero, al mismo tiempo, incitan a sus hijos a llevar a cabo actos agresivos con
sus compañeros de escuela o del vecindario. Una muestra de esto último sucede cuando
los padres enseñan a sus hijos que deben reaccionar de la misma manera ante cualquier
tipo de agresión de sus compañeros.
Bandura y Walters (1959) constataron que los niños no-agresivos, comparados
con los agresivos, mostraban mayor preferencia por sus padres y se percibían a
sí mismos con más frecuencia pensando y actuando igual que él… Los padres
Prevención de la violencia en el nivel Preescolar
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