Page 32 - Prevención de la violencia en el nivel preescolar
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Maddi (1972, citado por Dicaprio, 1989) refiere que las formas extremas de los rasgos de
carácter fálico también se pueden presentar de manera bipolar, por una fijación debido a la
frustración o indulgencia; estos pueden ser vanidad u odio así mismo, orgullo o humildad,
arrojo ciego o timidez, insolencia o vergüenza, gregarismo o aislacionismo, elegancia o
sencillez, coquetería o evitación de la heterosexualidad, castidad o promiscuidad y alegría
o tristeza (Maddi, citado por Dicaprio, 1989).
Si el desarrollo de esta etapa es normal —es decir, si hay equilibrio entre frustración e in-
dulgencia—, los pares de rasgos estarán balanceados, lo cual se reflejará en las relaciones
con los demás; es decir, la persona no será ni muy altanera ni muy modesta porque, por
una parte, aprenderá a ceder y a someterse a las expectativas de los demás para lograr
una armonía, pero a la vez defenderá sus derechos cuando se vean violentados.
Considerando que la agresividad es un instinto innato y espontáneo, el niño satisface una
pequeña porción de sus necesidades sexuales y agresivas con su propio cuerpo, lo cual
se evidencia en acciones como chuparse algún dedo, masturbarse, morderse las uñas,
etc. Estos comportamientos provocan en los padres reacciones negativas y violentas ha-
cia sus hijos porque creen que deben actuar con rigor para erradicar esos malos hábitos.
Esta postura impositiva, sin embargo, no es justificable porque las actividades autoeróti-
cas son en sí misma sucesos normales y regulares en un individuo.
Anna Freud (1992) sostiene que cuando se dirigen hacia el ambiente, las fuerzas agresivas
están al servicio de la autoconservación; mientras que cuando se dirigen hacia adentro,
amenazan la propia salud somática o psíquica del niño. Así pues, lo normal es que la ma-
yor parte de los deseos sexuales y agresivos se vuelvan hacia afuera y busquen su satis-
facción en el medio que los rodea. Las personas del medio inmediato del niño —como sus
objetos amorosos— adquieren gran importancia para toda su vida emocional e instintiva.
Por ejemplo, los niños que son tratados con indiferencia no logran constituir relaciones
sólidas, duraderas y satisfactorias; en consecuencia, sus tendencias sexuales se vuelven
sobre sí mismos en busca de satisfacción y se tornan difíciles de manejar.
Los instintos sexuales y la agresión combinan sus fuerzas y se enfrentan, con lo cual le
permiten al niño competir con sus rivales y reclamar sus derechos de posesión de sus
objetos amorosos.
Prevención de la violencia en el nivel Preescolar
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