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La identidad es la iconografía del sujeto: aquel conjunto ordenado –que incluye contradiccio-
nes- de relatos con que el sujeto comprende y puede explicar quién es. La identificación es la
acción de narrar al sujeto. El proceso de identificación supone encontrar la voz singular que
habla uno, pero apostaríamos por la identidad como un recurso expresivo y no como meto-
dología de construcción del yo, el problema comienza cuando la identificación pasa a ser la
operación central de la construcción del yo. La identidad aparece entonces como un sobre
discurso de lo que uno es, no como el resultado de la acción de uno en el mundo, es entonces
cuando la identidad aparece como una permanente sobre comunicación de lo que uno es
(Fernández, 2008).
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La identidad personal, responde a la pregunta de ¿Quién soy? La existencia del yo implica la
del otro. Pero además la identidad se construye en entornos sociales (familia, escuela, socie-
dad y trabajo) y es por tanto, a la vez individual y social. La identidad de una persona se com-
pone de dos caras de la misma moneda, lo individual y lo social, en realidad la definición de “yo
soy” incluye un “nosotros somos”, porque la identidad se construye mediante la pertenencia
a unos grupos. La identidad social actúa como un elemento de homogenización social y así
un grupo pasa de ser un conjunto de individuos a un conjunto de individuos que se sienten
similares porque comparten una serie de creencias y visiones del mundo. Evidentemente si
existe “un nosotros” también existe “un ellos” con lo cual aparecen las relaciones intergrupales
(Casado, L. 2001).
La identidad personal son las creencias percibidas por el sujeto que las profesa, como un ele-
mento perteneciente a su propia identidad, a través de su conciencia y cualquier incongruencia
con ellas es por él mismo considerada como una traición a sí mismo. El término creencias es
defino como la propiedad del espíritu humano de recocerce en sus propios atributos esen-
ciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta, a su vez estos atributos
esenciales o convicciones que constituyen su propia ideología. En consecuencia, la ideología
y la conciencia de una persona se proyectan sobre el sistema de creencias o convicciones que
le permiten reconocerse a sí mismo como alguien distinto a los demás (Suárez, y otros, 2014).
Si se analiza la identidad personal (del yo) en la modernidad considerando que las transforma-
ciones de la identidad del yo y la mundialización, son dos polos de la dialéctica entre lo social y
lo universal en las condiciones de la modernidad reciente. Los cambios en aspectos íntimos de
la vida personal, están directamente relacionados con vínculos sociales amplios, sin negar con
ello la existencia de lazos intermedios con las entidades locales y organizaciones estatales. Por
vez primera en la historia de la humanidad el yo y la sociedad se interrelacionan en un ámbito
mundial. En el contexto de un orden postradicional, el yo se convierte en un proyecto reflejo.
Las transiciones en las vidas individuales han exigido siempre una reorganización psíquica, en
las circunstancias de la modernidad, el yo alterado deberá ser explorado y construido como
parte de un proceso reflejo para vincular el cambio personal y el social (Garreta-Bochaca, J.
2003).
Así bien, podemos resumir que la identidad personal, es la concepción que el ser humano
tiene de sí mismo, cuya base son sus valores, principios, costumbres, conocimientos que
determinan su personalidad.
Algunos investigadores han determinado que la Identidad, el lenguaje y el discurso, van de la
46 mano y que se unen en un determinado punto en el que se vuelve una sola; La relación entre